Calor

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Sus manos, se apretaban y sudaban cada vez con más fuerza mientras sus pies corrían rítmicamente haciendo ruido sobre el cemento de la plaza…tic tic toc toc… los tacones de ella se escuchaban en  todo el sitio y el eco amenazaba delatarlos de la locura que estaban cometiendo, pero mientras más sentían que iban a ser descubiertos, sus cuerpos más se excitaban, sus ojos brillaban, se sentían como cuervos que salen en las oscuras noches a buscar prófugos su alimento, como si fuesen a cometer un crimen perfecto.

Las lámparas del alumbrado público, amenazaban con iluminarlos demasiado mientras corrían hacia el sur intentando escatimarle horas a una noche que insistía en acabar pronto, tenían sólo hasta la madrugada  y necesitaban ganarle tiempo al tiempo, ganarle al reloj que prometía hacer del momento un instante efímero y poco duradero.

Despegaron sus manos mientras él lleno de desespero, con su mirada enloquecida de pasión y con su eterno gesto taciturno buscaba en el bolsillo de su pantalón la llave de su apartamento, de ese pequeño espacio que en noches como esa de verano ardía y parecía invitarlos a dormir desnudos con la ventana abierta que daba a un limonar. La cerradura parecía jugarles una mala pasada creía él, pero ella sabía que eran los nervios los que lo estaban traicionando, una gruesa gota de sudor que bajó por su frente hasta su cuello se lo hizo saber, y con la sutileza de quien sabe cómo actuar le arrebató la llave y con un movimiento seco abrió la puerta, mientras entre sonrisas entraban y prendían el toca discos.

Entre son cubano, la salsa y el merengue acompañados de risas y unos mojitos que cada vez se les subían más a la cabeza, bailaron, bailaron, bailaron hasta que no sentían el suave aire que emanaba el ventilador refrescando el calor que sentían sus cuerpos esa noche, rieron a carcajadas mientras entre caricias hacían planes para un futuro cercano….”Me tenés loco, mi negra” …..y le daba un beso en la boca, entregándole el alma y cada uno de sus suspiros…. “Vos a mi, baby, pero tengo que volver”….

Y él le llamaba el taxi y en cuestión de segundos ella se arreglaba de nuevo, se enderezaba el vestido de flores y se volvía a poner los tacones, se cogía el pelo en una cola  y antes de pintarse los labios de rojo le dejaba con un beso en la boca el dolor de sólo ser suya las noches de jueves.

“No te sentí llegar anoche”….

“Llegué temprano, mijo, sólo que tu estabas dormido y no te quise despertar” Mentía ella, mientras dándole la espalda iba a quitarse el vestido y a darse un baño antes de irse a trabajar para quitar de su cuerpo el pecado de una pasión prohibida, y bajo la ducha rogaba al cielo fuerza para dejar al uno o para olvidar al otro, pero sabía que no haría ninguna de las dos cosas hasta que llegara el invierno a esa ciudad donde el sol no había dado tregua 25 años atrás.

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